AFORISMOS
DE LA DIOSA
Nekromantik
I
La
forma más sublime de entregarse a la existencia es a través de la comunión con
las esencias primordiales expuestas en el mundo por medio de los símbolos de la
Diosa.
II
Nacimiento,
vida, muerte, sexo, amor, todo lo acontecido es una manera en que la Diosa se
manifiesta en los acontecimientos, desde los más simples a los más
trascendentes.
III
La
mujer es más divina que el hombre: ella puede tener ambos pies en la vida o en
la muerte, en el tálamo o en la tumba; mientras que el varón tiene que tener un
pie en la vida y otro en la muerte, sin entregarse totalmente a ninguna.
IIII
El
misterio de la existencia radica en nombrar y cantar a los misterios femeninos,
a los hechizos y embrujos que se presentan en los fenómenos y que subyugan los
sentidos haciendo que la percepción capte la prístina esencia: el brotar
continuo, el emerger permanente, el gran útero que es a la vez matriz y tumba,
génesis y apocalipsis.
V
La luna es el Gran Emblema, la clave de las palabras sagradas que dicen y hablan el lenguaje de las plantas, los animales, el agua, las rocas, el viento.
VI
La
lengua del cuervo canta la travesía de la Diosa por la noche y el día; su reino
es lo invisible y lo oculto, solo en palabras ocultas e invisibles se muestra
su rostro y su cuerpo de mujer encinta: eso es la poesía.
VII
La
palabra del hombre va sembrando semillas que germinan y crecen, pero que
detienen y atan la planta a la luminosidad del sol, haciendo que sus raíces se
separen de las ramas; la hoja ya no conoce la tierra podrida de la que ha
surgido.
VIII
El
hombre dice y su decir va cargado de realidad; en su palabra se anida la forma
de las cosas, el límite que separa las gotas de agua. Pero el agua no es la
gota, ni la palabra es el ser.
VIIII
El
velo que cubre a la Diosa se rasga desde la parte mas fuerte. Las palabras se
resquebrajan y ya no dicen, solo muestran.
X
La
poesía es palabra que no pertenece a la boca que la nombra, que traspasa el
cuerpo del que emerge, que desciende del pecho de la Diosa como leche amarga
que trastorna, embriaga y aniquila.
XI
No
hay orden en la palabra poética porque todo orden destruye la imagen que
desciende a las cuevas para anidar entre las serpientes; no hay metro en los
versos porque toda medida constriñe la voluntad de la Diosa que marca las
líneas de la mano con la suavidad de su húmeda lengua; no hay rima porque los
sonidos no se reproducen para dar un sentido, se crean para hablar el lenguaje
de las aves; no hay estructura porque la Diosa está en las gotas que caen y en
las que suben.
XII
La
Diosa no se debe nombrar con ese nombre, su nombre es impronunciable, sólo se
muestra en el mundo a través de los que mueren en la palabra, de los que miran
en las sombras su propio vacío, no importa lo que digan, lo que importa es lo
que anuncian.
XIII
La
muerte del bardo anuncia la voz andrógina que relata cosas de lo no visto. Sólo
el bardo muerto sabe ser poeta, porque no habla: su voz es muda y su palabra
abre las puertas del bosque.
XIIII
La
poesía es el sonido de las tumbas que se han llenado y están vacías, el sonido
de lo subterráneo, de la oscuridad.
XV
El
verdadero poeta ve la nada de frente y descubre ahí la oscuridad de la mirada
de la Diosa: su vacuidad le consume y la verdad se revela. No hay Diosa, ni
mirada, ni oscuridad; no hay.
XVI
El
hablar del poeta es el silencio.
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