ESPEJO
HUMEANTE
Nekromantik
Ni siquiera las grandes dosis de olanzapina
que me han inyectado en las últimas semanas pueden borrar la terrorífica
imagen. Me acompaña desde aquella lejana tarde en que fume psilocibina en una pipa de barro comprada en Tula.
Se
presenta siempre, permanentemente, bajo una especie de vibración ondulatoria
que muestra a un ser con el rostro pintado de amarillo con franjas negras a la
altura de la nariz y la barbilla, de su pecho cuelga un solo ojo. Su aspecto es
atemorizante pero atractivo. Sin embargo, lo que más me produce terror es que
siempre me doy cuenta de que esa especie de humo ondulatorio que lo entre cubre
se eleva desde su pie derecho mutilado, que sólo muestra el hueso expuesto y un
borboteante chorro de sangre que se extiende a su alrededor despidiendo ese
vaho que me parece pestilente.
Hoy,
después de la inyección, tengo una esperanza: creo que he encontrado la clave
para despojarme de este ser espantoso. Siempre suena en mi cabeza una voz
lejana que, eso creo, surge de sus labios sin moverse: In Yohualli in Ehecatl. Esas palabras son tan constantes que me han
llevado a deletrearlas una y mil veces aunque sepa que están pronunciadas en
una lengua y con un sentido ajenos. Yohualli,
noche, Ehecatl, viento. Noche,
oscuridad, invisibilidad. Viento, transparencia, impalpabilidad. Todas las veces
las pronunciaba separadas; pero ahora, tengo en mi lengua la clave: no son
separadas, deben ser unidas. SER invisible e impalpable, estar ENTRE la noche y
el viento. Tengo la palabra… solo es cuestión que la pronuncie para liberarme.
¡Yohualehecatitlan!
Por fin, la he pronunciado y siento como mi cuerpo comienza a disolverse en el
aire, como mis pensamientos se van hacia las sombras.
En este sublime momento
de liberación tengo una última y aterradora visión: ahí, frente a mí, ya no
esta el ser de un solo ojo , estoy yo, semiborroso y con la cara pintada de
amarillo con franjas negras a la altura de la nariz y la barbilla. Lo más pavoroso
es ver un pestilente humillo que sube desde la extremidad inferior de mi pierna
derecha: ¡entre un caliente y enorme charco de sangre y olanzapina, mi pie
desprendido es devorado por un monstruo en forma de lagarto, mientras mis
labios sin moverse pronuncian: In
Yohualli in Ehecatl!
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