LA LENGUA DE LOS DIOSES
Nekrromantik
I.
En lo alto del Cerro del Pedimento recordaba claramente las palabras de la
chamana Cuca: “tienes que subir a ver la casa de la mujer sabia y, todavía más
arriba, hincarte ante la cruz que abre sus brazos en el cielo”. Y allí mire desde
el punto central de la cruz, con los ojos de anciana muerta, al gran guajolote
escarbando entre ruinas para sacar de la tierra una raíz húmeda que se movía
como serpiente.
Abajo,
en la oscuridad total, su voz invocando a los santitos, a los niñitos santos,
me llevó a través de los espacios negros, de los relámpagos funestos; su voz de
sonidos descompuestos me presento a los muertos que habitan mundos como esferas
en constelaciones; su voz de pájaro nocturno me llevó al borde de la cascada de
tierra, de viento y fuego; su voz ya no era su voz y me dijo: “ve, corre,
porque ya no miras de frente, ahora miras de los parpados hacia adentro; ahora
escucharas la lengua de la diosa”.
TRINIDAD
Ven a la montaña
clarifica tu
espíritu
vacía tu cuerpo
entrega la voluntad
en un tiempo fuimos hueso
piedra milenaria
en un tiempo la carne fue alimento
fue escondite y resguardo
ven en dolor de
sacrificio
ven en ausencia de
terror
nada hay escondido
las sombras
brillaran
las flores serán
pilares
en el templo del
silencio
has venido a ver
para ver se debe
dejar de ver
cierra los ojos
mete la cara en mis
piernas
son frías y húmedas
se confunden con las
lágrimas
Chicón Nanguí
Chicón Nandá
dedos negros
cinco dedos negros
dedos transparentes
cuatro dedos
transparentes
otorgan la fuerza
otorgan la fe
en un tiempo fuimos germen
todas las cosas en una sola
árbol
viento
serpiente
luna en el polvo
en un tiempo fuimos Padre y Madre
raíz y fruto
frío y calor
en un tiempo la muerte fue el principio
brotan de las
entrañas
los hijos de mi
negación
carcomen con fibras
infinitas
las formas de los rostros
has venido a ver
y ahora escuchas
navegas ciego
en las alturas de la
espina
pones pies y manos
en líneas cruzadas
la cuerda es la boca
de ella sale la
palabra
salen las flores de
barro
los niños que tejen
las visiones
en un tiempo brotamos como rocío
como ave blanca
como águila de la serranía
en un tiempo
hicimos con saliva un brebaje
que conjura al viento
al fuego y al agua
que los incita a la subida
al ascenso en las laderas de la memoria
en los caminos de los viejos
que bajan a beber en los charcos
y suben con el corazón perforado
calor del humo
calor del aliento
erigen las urdimbres
deshacen lo ya hecho
amasan nuevo limo
cardan el algodón
frío de la cueva
frío de la sangre
templan las fisuras
permiten el paso
abren las cascadas
hay muchos mundos
hay que atrapar uno
cazador de sueños
tu forma es ahora mi
forma
tu piel es mi
horizonte
tu eres yo
dios y diosa
me ves al verte
aprendes a oír en el
ver
puedes llamar a los
muertos
los muertos que
están vivos
allá en tus manos
puedes comerlos y
defecarlos
te traspasan los
muertos
te enseñan su mundo
su cuerpo sin
materia
son el Espíritu
Santo
puedes vivir con los
muertos
sólo espera a la
Muerte para morir.
en un tiempo morimos
ahora vivimos en ciclos
miles de ojos somos
luz de otro cerro
luz de otra lluvia
en un tiempo éramos solos
ahora somos en Dios
ya no tenemos ojos
ahora somos tus ojos
ya no ves
ves por nosotros
en un tiempo éramos vacío
ahora somos creación
ahora somos infinito.
nashecateshili
nuestra fe
nuestra plegaria
nuestra fuerza
tu visión
tu cura
tu poder.
II.
La voz, el sonido tiene su reino en la oscuridad. En el fondo del abismo más
profundo sólo el sonido es capaz de soportar el silencio, de hacerse uno con
él, de nacer con él. El silencio es el lenguaje de los no nacidos, de los que
ya han partido a esconderse por un momento en la línea del horizonte. Su voz es
el sonido que no se escucha, el que solo oyen aquellos que han perdido todo,
aquellos que ya ni sienten ni esperan nada. La voz es el silencio de los
dioses, su lenguaje es inaudible en su decir; su decir es inasible en su
escucharse; su escucharse es ser sordo y morir. Los dioses hablan sin hablar al
interior del alma que se ha ensombrecido; su mensaje es un llamado al vacío.
Hay en la secuencia de los días
un querer olvidado
un deseo ancestral de matar
las diosas han llevado cálices de sexo
hasta las fisuras del sacro
han convertido la sangre
en elixir de chamanes de arena
los más prudentes entre los hombres
esconden sus cuchillos
dentro de su propio cuerpo
gime al interior un impulso homicida
hemos traicionado la sabia pureza
los ojos de los niños
tienen algo de maleficio
por su pupila
se mira la muerte
acostada en la mano invisible
de un demonio
un bello demonio
que se presenta como el Dios
aquel que jura darnos la vida
si bebemos del manantial de las cuevas
hay en el caos de las piedras
ritos de dolor que esperan
que la piel se abra como perro pútrido
que las manos dejen de ser proyección
que la imagen se duplique
y en su dualidad
muestre la esencia de las cosas
el cerrar los parpados
es morir
es revivir
nacer como niño descarnado
entrever en las sombras
la otra luz
la no-luz
solo ahí hay destino
la rueda gira por sus ejes
que no son
que son todo y nada
son uno y trino
hembra y macho
son arcanos que recorren la oscuridad
que tejen hilos intangibles
hilos negros en un telar nocturno
allá el mundo es vacío
poder de lo efímero
no hay formas
porque no hay materia
no hay principio ni causa ni efecto
todo es nada
sombras entre sombras
regreso al abismo
a la oscuridad que te hizo nacer
Dios es negro
como mi espíritu
como el fundamento de todas las malditas cosas.
III.
De la oscuridad emerge la luz, ella es su madre y su padre. La luz que contiene
en su interior el poder de hacer los mundos sabe que ese poder es destrucción.
Luz, verbo, palabra, que enciende en su recorrido las fibras de la tierra negra
y las fecunda con las semillas del silencio y los vómitos de sangre. Solo por
tener sangre, la voz se vuelve palabra. En ella fluye el sentido, el génesis,
que da a las cosas su existencia. La sangre de la voz llena de vida la
oscuridad. Su fluir es perpetuo, se da al interior como el remontar el rio
negro hasta la fuente primigenia. La sangre trae en su fluir el ciclo de su propia
esencia, se consume y revivifica en sus cenizas: la sangre de la diosa trae la
vida con la muerte soplándole palabras de ilusionista. Corre contenida deseando
escapar, regresar al silencio. Su fuga es el mensaje de la voz, la sangre es la
voz que habla de la muerte; no hay otra marca. Lo que dicen las voces de los
dioses es la señal de la Diosa: matar es misión; solo en la muerte se aprehende
el sentido, el fin último es el acto de la muerte.
Mítica I
Creo que hemos perdido algo
los mitos esconden las lapidas de los desaparecidos
los indómitos ojos de los coyotes
acechan en los árboles sin follaje
los mitos velan por los verdaderos asesinos
matar es llegar al punto de clímax
sólo el matador tiene real orgasmo
las aves anidan en la sombra que deja
los reptiles lamen su saliva
el corazón y el alma le pertenecen
es el guardián del sufrimiento
sólo el verdugo sabe cuándo iniciar
cuándo dar el primer paso
cuándo voltear a la locura
sólo su muerte se muestra en ciclos
y devela las columnas del arconte perdido
la muerte que abre los ojos de Tiresias
y permite a Orfeo bajar al Hades
ciclos mortuorios que vienen como la marea
esculpen presencia de dioses
en la pupila de los asesinos
seres primarios que desafían los destinos
y convocan antiguas palabras
lloran con el puñal en la mano
viven con la sangre vertida
su alimento es la mirada opaca de la victima
danzan en círculos alrededor de la herida
seres mitológicos que sienten el elixir correr
existen en la piel de los cadáveres
están en la exhalación de las tumbas olvidadas
los asesinos verdaderos conocen secretos
porque habitan en cada fibra del dolor
levantan sus pies
en cada uno de nuestros pasos
sueñan los sueños
que cada uno soñamos
seres perdidos en el hueco
de nuestras dolidas manos
todos somos criminales
todos ansiamos matar para morir
placer que sólo se muestra
en los escondidos símbolos
de nuestros profundos miedos
hemos perdido el tacto fino
la meticulosa obsesión del criminal
hemos perdido el paladar
que delecta la desesperación
hemos perdido
estamos perdidos
hasta que el asesino nos encuentre
y nos lleve al borde
para pronunciar palabras de mito.
IIII.
La lengua de los dioses dice en secreto; sus arcanos hablan por entre las
sombras. Sus símbolos están en las cosas más sencillas: en lo negro de la
tierra, en lo invisible del viento, en lo fresco del agua, en lo terrible del
fuego. Sólo el que aprende a oír deja de escuchar, deja de entender palabras y
hablar sentidos. Sólo el que aprende a
morir en cada instante puede saber de sí mismo y del infinito. La mancha de
sangre es también vida, vida en otra muerte. La Diosa es pecado porque es la
semilla y la raíz, llegar a ella es desgarrar la luz, dejar que penetre el
abismo por todos los poros. Llegar a la Diosa es aceptar nuestro propio mal,
nuestro destino, estamos condenados. La redención es negación.
Mítica II
Los demonios solían hablarme
cuando mordía fuerte tus pezones
me decían que no hay eternidad
todo es fugaz como el beso de un condenado
como la visión de los niños
como el hecho de beber sangre
paloma de la noche olvidada
entre las piernas de la Madre impura
consumo las últimas gotas
Mater Maculosa
en las fronteras de tus ojos
renacen las lágrimas de los desamparados
Madre Corrupta
en la lejanía de tu útero
mueren las criaturas y los rostros milenarios
se pudre la carne y florece el deseo
en tus dedos conviven las negadas putas
fornican con los hijos del hombre
procrean dientes de titanes
para sacrificarlos en orgías sibilinas
tocan genitales sin conocerlos
sin mirar la luz se entregan al abismo
son seres preñados de dolor
porque el dolor es el limo de la vida
en rituales paganos mezclan tu ceniza
la confunden con ramas de abeto
la moldean con saliva de serpiente
para untarla en su vagina
en comunión, cópula con fantasmas
coito entre lo vil y lo sagrado
que redime la pureza original
la puta es la fuente
la mujer que es génesis y destino
sal, viento, fuego, tierra y agua
mujer que atesora la maldad
la hace hostia noble y cáliz irredento
vuelve los pasos al interior
consume los huesos y los nombres
muestra con señales la maldición
su sexo está maldito
porque exhala flamas fálicas
hiere su vientre con lenguas de mercurio
heridas que no cierran
cicatrices que viven y reclaman
arcaicos golpes del silencio
Madre, Mater Interfectorem
cavando puertas llegas al altar
en las sombras dispensas
satanizas la ignominia alabada
sobre los pechos
en el ombligo de la meretriz
derramas el semen y la estirpe
del macho castrado
bebes para consumarte
para hacerte Virgen
EL ÚLTIMO ARCANO
Tu vientre gime a mi
lado
tus uñas crecen en
mis dedos
tu aliento sale por
mi pecho
juntos levantamos
pesadas piedras
buscamos fulgor de
estrellas en la gris tierra
sembramos huesos de
panteón
acariciamos la
sombra de lo invisible
has entrado por mi
boca
como clemente
depredador de sueños
consumes mis
residuos poco a poco
me obligas a
postrarme a los ojos de la noche
a vivificar
espectros que antes no veía
a caminar sin mover
los pies
sentir que no hay movimiento
en el suelo
cuando giramos en un
ciclo
en un origen
devorando un final
alcanzamos a meter
las manos
en los reinos de la
locura
has venido a enseñarme
como un espejo sin
imágenes
reproduces los
sufrimientos
miedo sagrado
escurre leche de animal
espera, calcinante y
fría
es un beso traidor
en la espalda
mordiendo una y otra
vez
arranca a grandes
trozos
la carne posible del
delirado
oculum abierto en la pelvis
me hace saber que
nunca fue mía
que los cuerpos
fusionados
tienen un milímetro
de hastío
un infinito de
soledad
un abismo
ennegrecido que los separa
deshace los vientos
nórdicos
deshace las fibras
de los cactus
los hace huecos
vanos
ya no podrán ser
llenados
las serpientes no
podrán entregarse
los cuernos de
venado
extravían en
bifurcaciones
las raíces salen al
espacio
y me llevan
me llevan
alejándome de la
esfinge
subo a la montaña
en lo alto de las
nubes
busco el nacimiento
del agua
ahí cavo mi
sepultura
en otra sepultura
me espera
me llama
tu voz
me parece lejana
tus labios
ya no se mueven
dos dedos hacen
signos
color del cielo
sufrimiento del
inframundo
te veo por última
vez
los sueños son
alucinaciones
tu cuerpo frágil
ahora es carroña.