jueves, 11 de noviembre de 2021

EL NOMBRE

 EL NOMBRE

Nekromantik

Cada vez que me sueño en ese estrecho cuartucho el dedo pulgar de mi mano derecha se estremece con un dolor intenso que lo adormece. Y es que el cuerpo tiene sus propios recuerdos, que saltan a la vida de manera y contundente.

El dolor se extiende a la muñeca entera y hace que la presión de unas esposas metálicas me vuelva a la realidad. Llevo ya varios días, en realidad he perdido la cuenta de ellos, encerrado en ese estrecho y oscuro recinto que, en la misma oscuridad, se nota que jamás ha sido lavado y que apesta a dolor, a lágrimas, a excremento. La única y débil luz que llega es la que se filtra por debajo de la rendija de la puerta metálica, que se abre solamente, una vez ¿al día? para que alguien entre las sombras me entregue un remedo de comida, y para sacarme de ahí entre empujones y golpes, casi a rastras, para ser interrogado y torturado.

Pero debo reconocer que mi espíritu es fuerte, pues ni el tehuacanazo, ni los golpes, ni los pozolazos, han podido hacer que diga el nombre, los nombres, que me piden. De haberlo hecho, creo que ya estuviera enterrado en una fosa clandestina. Tal vez sea más bien el miedo a morir y no la fortaleza de espíritu lo que mantiene mi boca cerrada.

La traición es algo que siempre he considerado como el más repugnante y execrable de los actos humanos; representa el más abyecto egoísmo que no reconoce la condición bajo la cual se valora a otro ser; inclusive, el traidor se desconoce a sí mismo en el acto de traición, pues siempre se traiciona a sí mismo. Ese es un sentimiento fuerte que ha motivado muchas de las formas de mi ser. Pero, en fin, además de la traición la hipocresía, pues yo mismo estoy aquí porque me han traicionado.

Eso es lo que duele más. Por encima del dolor físico el dolor del alma. No puedo entender como aquel con quien compartí las cosas más profundas e intimas haya podido decir mi nombre para salvarse de unos golpes; su dolor bien podía haber sido pasajero, pero el dolor que me ha dejado es permanente.

El tiempo encerrado, entre interrogatorio e interrogatorio, me ha permitido pensar sobre esta situación. Paso de pensar en mí como un héroe de la causa que resiste todo a ser una víctima que cumple un destino inexorable que ha dictaminado que yo sea un traicionado.

Sin embargo, los recovecos de mi mente me han llevado a zonas internas que me enfrentan con otro tipo de seres y entidades que habitan en mí y me hacen sentir y pensar diferente.

Tal vez la traición sea un acto de redención; el traidor que puso mi nombre en la secuencia del destino ha cumplido también con su parte en el acto: el pronunciar mi nombre lo ha liberado y lo ha purgado de mi ser, de mi presencia, de mi mirada, pues siempre tendrá que borrar de sí mismo al acto y al sujeto, a mí. Liberarse de los vínculos y apegos que nos atan a otros y no nos dejan ser se tiene que realizar con actos puros de traición.

En este sentido, tal vez sea mejor purificarme a mi mismo en el acto liberador del pronunciar UN NOMBRE. Sólo uno y parte de mí se liberará y podré reconciliarme con las bestias internas que muerden mi conciencia y mis entrañas.

El dolor en el pulgar me vuelve a acosar. Ha sido el más intenso y prolongado, pues los que me trajeron nuevamente a la celda no quitaron (no sé si por olvido o por una forma nueva de tortura) las esposas y llevo con ellas apretando mis muñecas, a mis espaldas, desde lo que considero el día anterior.

Este sufrimiento me hace sentir como un animal encadenado, pues mis movimientos están limitados por la carencia de mis manos y el dolor mismo. Ese estado es desesperante y es el que ha hecho que haya más lágrimas que se confunden con la humedad maloliente del piso.

El nombre, un nombre, me puede liberar de esto. Debo ser traidor, debo traicionar para purificarme y vivir en el camino del olvido. El nombre, un nombre, lo diré cuando vengan otra vez por mi.

Ya se acercan los pasos, los oigo cada vez más fuerte. Grito, grito muchas veces el nombre y me libero: ¡maldito tú, maldito yo mismo!, ¡el nombre soy yo mismo! Me lo grito y me lo digo sin abrir la boca; mis labios sangran al ser mordidos por mis propios dientes cuando dos tipos me levantan por las manos esposadas. El dolor ha desaparecido, creo que podré vivir.

AFORISMOS SOBRE EL CUCHILO

 

AFORISMOS SOBRE EL ASESINATO CON CUCHILLO O  EL ARTE DE CORTAR LA CARNE PARA LIBERAR LA SUSTANCIA BELLAMENTE PUTREFACTA

Nekromantik

 

I

Que el hombre ha nacido muerto es una verdad incuestionable. El asunto es que el mismo hombre se engaña con la ilusión de la vida.

 

II

¡Ah. La carne! ¡La vil y apetecible carne! Cuántos hemos soñado entre ella y sobre ella las más oscuras perversiones. Lo único que evita el sueño es la realidad.

 

III

Todo cuerpo es carne y es sustento en el mundo en tanto se hace deseable para lo otro; el deseo lo forma y lo deforma, le quiere consumir en el acto más puro de destrucción.

 

IIII

El cuerpo es limite, contiene de manera firme la vida como la tierra contiene la muerte en sí misma. Pero la tierra permite salir el germen de la semilla hacia la nueva oscuridad.

 

V

Solo rasgando el tejido se asoma el ojo a lo que se esconde detrás; solo asomándose el ojo rasga el tejido para estar detrás.

 

VI

La mirada es como un cuchillo: penetra a través de la materia, de la carne, desgarra con agudo filo lo que, por naturaleza, no se desgarra, pues ello implica su nada.

 

 

 

VII

El cuchillo es el objeto más sublime creado por el hombre; el filo es la posibilidad de llegar en sí mismo a un punto minúsculo que contiene la potencia de transformación: cortar es generar sustancia que es en tanto que deja de ser.

 

VIII

Carne y cuchillo, sustancia y filo, en ello se debate el principio de la eternidad. Si la carne del hombre contiene la eternidad, su asunción depende de que tan filoso esté el cuchillo.

 

VIIII

Hay hombres que ven en su carne la eternidad gritando; su carne se hace la carne del otro para liberar la eternidad, la sustancia putrefacta que bellamente se posa en el filo del cuchillo.

 

X

Solo el asesino sabe que en su cuchillo esta el retorno: al cortar la carne mata, al matar libera y al liberar la oscuridad se hace eterna. El asesino apresura el eterno retorno.

 

XI

El asesino es el anómalo héroe de la humanidad; en su mirada transfigurada por la sangre se muestra la más prístina sustancia de lo humano, el deseo de infinito.

martes, 9 de noviembre de 2021

ANTE UNA TUMBA

 

ANTE UNA TUMBA

Nekromantik

 

Largo es el día en que los muertos nos reciben

largo es el camino que nuestros pies recorren

las lápidas hablan en lenguas desconocidas

porque el silencio se apodera de los sonidos

porque las pisadas ya no hacen eco

ya no tienen donde sostenerse

largo es el marcharse en abismos de destierro

largo es el espacio que separa nuestros cuerpos

miradas pétreas, de perros guardianes,

acechan los destinos bajo la sombra de los árboles

de aquellos que se nutren con la savia putrefacta

con el veneno de la carne que la diosa ha disuelto

con el néctar de la sangre que se ha coagulado

la que ya no corre más

la que ha mutado su esencia en la oscuridad del sepulcro

si hay flores son marchitas

llenas de tragedia y lágrimas

bendicen la tristeza y la angustia

consumen en su morir a la muerte

blanca mirada que aniquila

cálida presencia fría que incita al abismo

al contacto con la tierra

al penetrar en la tierra

descansa en paz

reposa en el seno de la Madre

vuelve a tu estado original

que ahí te encontraré 

y te amaré por vez primera

ahí recostada, sin pudor, sin dolor

con tu espalda consumida por las raíces

y mis manos de muerto tocan tu piel de estrella milenaria

suavemente entran en el interior de tu carne

sin tocarte tocan hasta tus huesos

y los acarician como un niño a su más preciado tesoro

fantasma que destruye la materia y revela lo oculto

y mis labios sin carne tocan tus labios

sin sentir los muerden como serpientes

como garras filosas se desangran en éxtasis de agonía

mis labios vacíos llenan tus espacios

beben los últimos instantes de tus visiones

leche amarga de tus pechos de virgen

sudor y saliva escondidos en tus entrañas

sal de tus ojos que se vuelve rosa disecada

mis ojos sin pupilas recorren tu silueta

acompañan a las sombras en su penetrarte

en su disgregarte

romper con la forma sutil de tus caderas

con la limpidez y mácula de tu propia contemplación

llevar tus limites a postreros rincones

hacerte una con miles de difuntos

y ahí, en la tumba,

te amé por vez primera

supe de tu carne y de tu aroma

aprendí a dejar tu imagen bajo la llama de la veladora

a perderte para siempre

sentí en mi muerte tu muerte

y el mundo se quebró en sus confines

para llevarnos a otro mundo

donde morir es vivir entre tu muerte

y vivir es ser tuyo para morir juntos

para lanzarnos juntos al deseo de nuestra libido 

al deseo eterno de la solitaria unión en la nada.